martes, 25 de agosto de 2009

26 años.

Me siento obligada, ante tanta felicidad, de escribir aquí hoy. El día aún no termina y ya han pasado cosas maravillosas: una confrontación conmigo misma que nada tiene que ver con la vejez prematura, la fortuna de compartir este martes con la gente que más quiero, y la suerte de poder extrañar a otros que a pesar de la distancia, están aquí conmigo.

Como no quiero escribir una entrada estúpidamente optimista, me limitaré a manifestar que el clima de hoy me parece genial, pues no necesito cargar un suéter ni tampoco esconderme del sol. Que las nuevas arrugas me hacen sentir afortunada, pues significa que llevo veinticinco años sonriendo y algunas horas de llanto que anuncian epifanías. Que los kilos que hace doce meses no tenía, no son más que el fruto de las ansias con las que vivo el presente. Que mi novela no encuentra título. Que el regalo que recibí para mi cumpleaños número veintiséis es demasiado bueno para traducirse en palabras. Que mi teléfono no ha parado de sonar y que lo he disfrutado enormemente.

En conclusión: que con el tiempo me hago más joven y que soy más feliz, que vivo en la realidad absoluta y que soy una optimista –no idealista– perdida.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Ayer fue el cumpleaños de una maravillosa mujer de nacionalidad Mexicana, aveecindada en Barcelona. Con gran talento, linda sonrisa y hermosa aura.
Si la conocen denle muchos muchos abrazos y besos y díganle que uno va de mi parte con mushísimo cariño y admiración.

Unknown dijo...

Me gustó este escrito tuyo.
Un beso